Hay un principio básico de la condición humana que es el hecho de no reconocernos muchas veces ante ciertas actitudes, situaciones o demás circunstancias que se nos atraviesen por delante sin esperárnoslo. Entonces, volvemos al principio, a un análisis de conciencia, y es allí cuando podemos, o debemos, encontrarnos con nosotros mismos, reencontrarse con uno mismo, como una necesidad que nos obliga a mirar las cosas de otra manera.
1 de corintios 13, vers. 12 y 13 nos dicen: Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Como verán, vernos como por un espejo dice la palabra para poder vernos cara a cara, para poder conocer como hemos sido. Volver también a las virtudes aquí mencionadas, y de las tres a la mayor virtud, el amor y podemos ver por ejemplo:
El hombre en la fe: hechos 3:16: Y por la fe en su nombre, es el nombre de Jesús lo que ha fortalecido a este hombre a quien veis y conocéis; y la fe que viene por medio de El, le ha dado esta perfecta sanidad en presencia de todos vosotros.
A través de la fe en Cristo hallaremos sanidad, liberación, gozo. Todas sus obras de milagros en el paso por esta tierra han sido ni más ni menos que producto de la fe como un acto reciproco lo que nos deja el precedente de que, si no tenemos fe en el señor, estamos condenados a sufrir en la soledad por los agravios de este mundo.
El hombre de la esperanza: lamentaciones 3: vers.17, 18, 19, 20 y 21 nos dicen: Y mi alma ha sido privada de la paz, he olvidado la felicidad. Digo, pues: Ha perecido mi vigor, y mi esperanza que venía del SEÑOR. Acuérdate de mi aflicción y de mi vagar, del ajenjo y de la amargura.
Ciertamente lo recuerda y se abate mi alma dentro de mí. Esto traigo a mi corazón, por esto tengo esperanza.
Vemos que la esperanza en Dios es lo que nos puede mantener en pie aun en nuestros peores momentos, como así también puede derrotarnos la falta de esa esperanza que viene de Dios. A medida que nos alejamos de la mano de Dios nuestra esperanza en el futuro, o en tantas otras cosas de la vida, van desapareciendo por el simple hecho de no tener esperanza en el Dios verdadero, quien todo lo puede. Mas el hombre sin fe y sin esperanza, se encuentra al borde de un peligroso abismo. Y el más ligero cambio puede destruirlo todo.
El hombre de amor: romanos 13:10 nos dice: El amor no hace mal al prójimo. Por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.
Vivir en el amor es vivir en la ley de Dios, ahora si buscamos en las escrituras un ejemplo del amor, el más grande de ellos será: Juan 3:16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Que mas decir entonces del amor, y por ese mismo amor a nosotros Jesús se entrego en la cruz del calvario. Vivir en el amor es vivir bajo la ley, es vivir en armonía con Dios y por decantación en armonía con todos los que nos rodean. Amar a Dios es la virtud más grande del ser humano y es así mismo, salvación.
Entonces podremos entender que poder reencontrarnos con nosotros mismo es el principio de nuestra vida, es llegar o volver a las tres virtudes más grandes y a la mayor de todas, el amor.
Volvamos a al camino de Dios, dejemos el camino del hombre, y vivamos en armonía y gracia para bendición a través de Cristo Jesús. Amén.